Creación de la residencia imperial
La decisión de Carlos V de retirarse a vivir sus últimos días al apartado Monasterio jerónimo de Yuste, tendrá una trascendencia vital para del edificio e incluso para su propia supervivencia en la historia ya que, probablemente, si este acontecimiento no hubiese tenido lugar, el monasterio podría haber llegado a desaparecer. La salud de Carlos V, delicada desde los frecuentes ataques de gota que sufría desde 1544, se habría de resentir a finales de la década de los años cuarenta y comienzos de la siguiente. La idea de abdicar en favor de su hijo Felipe y de retirarse de la vida pública se hizo realidad el 12 de septiembre de 1556.
El deseo de Carlos V de retirarse en busca de mayor sosiego para su vida arranca de 1543, año en el que se encarga a una comisión la búsqueda del lugar adecuado para el retiro imperial. Después de barajarse diferentes opciones sobre el enclave adecuado, Carlos V, inducido posiblemente por D. Luis de Ávila y Zúñiga, que residía en Plasencia y era persona muy cercana al Emperador, se decide finalmente por el lugar de Yuste. El Emperador parece especialmente interesado en la forma y manera con la que se debía dar cumplimiento a su voluntad. Así se expresaba en la carta que dirige al arquitecto Fr. Juan de Ortega por aquellas fechas: <<Deseo retirarme entre vosotros á acabar la vida, y por eso querría que me labrásedes unos aposentos en San Gerónimo de Yuste, y para lo que fuere menester acudiréis al secretario Juan Vázquez de Molina, que él proveerá de dineros, para lo cual os envío el modelo de la obra>>.
El Emperador se ocuparía personalmente de dejar por escrito en varias ocasiones cómo quería que fuera su <<casa>> de Yuste Así, a su propio hijo, en documento de su puño y letra de 17 de diciembre de 1553, le expresa con claridad lo siguiente: <<...que, al lado del Monasterio de Yuste, se le fabricara una casa suficiente para poder vivir con la servidumbre y criados más indispensables, en clase de persona particular>>.
Ante la probabilidad de que Carlos V pudiera presentarse en el Monasterio antes de la finalización de las obras, se dispusieron unas dependencias en el dormitorio de novicios que, de manera provisional, se habían acondicionado debidamente para ello, en la crujía situada entre los dos claustros y comunicado también con la iglesia, aunque no llegó a habitada. Esta comunicación puede contemplarse hoy cerrada por una celosía en el lateral izquierdo de la iglesia. Después de un largo viaje desde Bruselas hasta el puerto de Laredo (Santander), donde arribó el 28 de septiembre de 1556, y tras realizar el último viaje hasta Extremadura en varias jornadas, pasando por Valladolid, Medina del Campo y Barco de Ávila, entre otras localidades, llegaría al puerto de Tornavacas donde pronunciaría, según sus cronistas, las siguientes palabras: <<Ya no franquearé ningún otro puerto si no es el de la muerte >>.
El tramo final del viaje, recorriendo la sierra de Tormentos, fue especialmente dificultoso y así lo relata fray José de Sigüenza en su Historia de la Orden de San Jerónimo: <<Pasó un puerto muy áspero, que llaman en aquella tierra el puerto nuevo, que, aunque los de Plasencia hicieron cuanto pudieron para facilitarle, fue menester en muchos pasos difíciles y estrechos llevarle a mano en una silla>>.
El Emperador llegó a La Vera casi finalizadas las obras del palacio, el 12 de noviembre de 1556, alojándose en el castillo-palacio del Conde de Oropesa, actual Parador de Turismo en Jarandilla de la Vera, durante casi tres meses. El cronista de la Orden jerónimo fray José de Sigüenza relata como el 25 de noviembre visita las obras: <<Vio la casa y fue luego a su aposento. Mostró contento de todo; alegróse mucho y dijo que el aposento estaba muy acertado, conforme a la traza que él había enviado de Flandes>>.
El 3 de febrero de 1557 llegará de forma definitiva siendo recibido por 53 frailes jerónimos mientras repicaban las campanas, que según el historiador de la Orden jerónimo << ...parece que sonaban más que otras veces>>.
Traspasada la cerca del siglo xvi que circunda el monasterio, aparece ante nosotros la rampa-puente, bajo el cual existió un pequeño estanque, y que hoy sirve de entrada principal al palacio, aunque en su origen se trataba de una de las salidas de uso privado hacia el jardín del Emperador. El jardín, que podemos observar desde la terraza de acogida al visitante, se conformaba en diversos bancales dispuestos en distintas alturas -jardín, estanque y huerta- y que eran regados gracias a canales de los que aún hoy se conservan vestigios y hacían surgir diversas fuentes gracias a la riqueza acuífera del lugar. El gran estanque no era tan sólo un elemento lúdico sino que funcionaba como pequeña presa de apoyo al molino harinero situado en una zona más baja. Esta solución hidráulica, así como otras obras de canalización y desagües de las distintas corrientes de agua que atravesaban los terrenos del monasterio, fueron construidas gracias al maestro ingeniero y relojero Juanelo Turriano. Las especies vegetales que existieron en estos espacios, además de la vegetación autóctona, como castaños, robles, nogales y moriras, los conocemos gracias a los datos que aportan las crónicas, en las que se nombran, entre otras, plantas medicinales, cerezos, olivos, laureles, naranjos y claveles. Estos últimos, traídos de Persia para decorar los jardines del palacio de la Alhambra en honor a su esposa, la Emperatriz lsabel de Portugal, tras su enlace matrimonial, los llevará Carlos V también a Yuste para su disfrute personal en la última etapa de su vida.
El palacio de Carlos V en Yuste es la única residencia real que podemos encontrar hoy en Extremadura tras la desaparición de la que existía en el Real Monasterio de Guadalupe, construida en tiempos de los Reyes Católicos. Su edificación corrió a cargo de Gregorio de Robles Toledano, <<famoso albañil que hizo los aposentos de su majestad>>, según se desprende de la crónica de fray Luis de Santa María y de la documentación conservada en el Archivo de Simancas. La trascendencia de esta sencilla construcción reside, no sólo en la importancia del personaje histórico que la habitó, sino también en que su hijo Felipe ll, la tomó como modelo para el diseño de su propia residencia en El Escorial. La construcción palaciega de Yuste se encuentra adosada a lo largo del muro sur de la iglesia y continuaba en varias dependencias con acceso directo al claustro renacentista y al jardín del Emperador, situados al este del coJ.junto. Constituido por dos plantas de idéntica estructura pero independientes entre sí, sería la superior la utilizada por Carlos V en su retiro, aunque como era costumbre en la época, las superiores se diseñaran para el invierno y, las inferiores, para habitar en verano.
El palacio, construido fundamentalmente con materiales sencillos como el ladrillo y la mampostería, no deja por ello de ser una construcción sólida y de empaque visual. Con respecto al edificio conventual su localización era completamente independiente por expreso deseo del Emperador cuya intención era no perturbar la vida monacal. En el extremo de la rampa-puente y en el espacio elevado existente delante de la entrada del palacio, el Emperador ordenó la construcción de la terraza cubierta y dispuso en ella la fuente que la amenaza. Destaca la representación pictórica de las armas imperiales sobre el águila bicéfala y entre las columnas del Plus Ultra, bajo la cual podemos leer la siguiente inscripción: <<Su Magd. [Majestad] El Empeor. Do. [Emperador Don] Carlos Quinto nro [nuestro]/ señor en este lugar estava asentado quan/do le dio, el mal a los treinta y uno de A/gosto a las quatro de la tarde. Falle/ció a los veinte y uno de Setiembre/ a las dos y media de la mañana. Año del Sor. [Señor]/ de 1558>>.
La sencilla estructura del palacio se dispone en torno a un espacioso pasillo central al que se abren cuatro puertas, situados dos a dos, que comunican con espacios ligeramente rectangulares, todos ellos con chimenea. A esta estructura hay que sumar la pequeña estancia denominada <<de Felipe II>> y la sala de la estufa, que el Emperador mandó construir residiendo ya en el palacio. En la primera estancia situada a la derecha, antesala de la principal, encontramos la primera habitación del palacio, que se nos presenta a la manera de despacho particular del Emperador. En él destacan los retratos del Emperador y de la Emperatriz, copias de las obras originales salidas de la mano de Christoph Amberger y Tiziano respectivamente. En ellos podemos advertir el problema de prognatismo del maxilar del Emperador y que le impedía cerrar bien la boca y masticar correctamente, así como, la conocida belleza de la Emperatriz. En la segunda estancia, denominada Sala del Emperador, y a través de la chimenea, podemos ver el espacio de la habitación de la estufa. La teoría más aceptada es que realmente este pequeño espacio era en realidad la habitación desde la que se alimentaba la estufa metálica situada en la estancia mayor. A la muerte de Carlos V en su testamento, se describe así aquel aparato: <<Una estufa de metal, fecha a manera de caldera prolongada, con su cubierta y ocho barras de cerro para calentarla y con un garabato de hierro para servicio della>>.
Al otro lado del pasillo se encuentra el dormitorio en el que pasó sus últimos momentos Carlos V. La ya famosamente conocida comunicación directa entre esta estancia y la iglesia será una solución arquitectónica que Felipe II trasladará a su palacio de El Escorial entre el oratorio y la basílica. En Yuste, en época de Carlos V no existía el acceso al altar a través de los escalones que se transitan en la actualidad, la comunicación del dormitorio con la iglesia era solamente una comunicación visual, gracias a una tribuna o ventana por encima del nivel del altar, que permitía al Emperador asistir a los oficios religiosos. La altura del presbiterio de la iglesia se incrementaría tras la muerte del Emperador, cuando Felipe II decide instalar el nuevo retablo que hoy preside la iglesia.
La última estancia, a la que se accede desde el corredor central y también desde una pequeña puerta desde el dormitorio del Emperador, es conocida habitualmente conmo la sala de Jeromín o de D. Juan de Austria, hijo natural de Carlos V nacido el 24 de febrero de 1546 de su relación con la alemana Bárbara Blomberg. Tradicionalmente se considera que Jeromín, educado en Cuacos de Yuste junto Dña. Magdalena de Ulloa y Luis Méndez de Quijada, conoció a su padre en Yuste. Anexa a esta última estancia encontramos la llamada habitación de Felipe II, pequeño cubículo en el que el monarca durmió dos noches en 1570, no queriendo, por respeto, utilizar las estancias que había habitado su padre.