Formación de los sacerdotes
De la Constitución de la Orden
Artículo 92
Nuestros sacerdotes, durante toda su vida, han de perfeccionar y continuar su formación espiritual, doctrinal y práctica (Cf. can. 661). Por la vocación religiosa y sacerdotal están obligados a aspirar a: un amor cada vez más perfecto, profundizar su vida interior, complementar sus conocimientos, conocer los métodos de la pastoral actual y mejorar su formación pastoral y otra - dentro de las tareas que les sean encomendadas. Gracias a ellos llegarán a ser cada vez más útiles en el trabajo para la Iglesia y la Orden.
Artículo 93
Los superiores están obligados a mostrar un cuidado especial a los neopresbíteros y crear oportunidades para conocer los métodos e iniciativas nuevas de la pastoral propia de la Orden, sobre todo a través de un intercambio de experiencias pastorales con los hermanos. Ante todo, hay que darles la posibilidad de profundizar en la teología, así como la ayuda y las condiciones favorables para fortalecer y ahondar su relación de amistad con Cristo, el Sumo Sacerdote.
Los sacerdotes jóvenes adjudicados a la pastoral tanto en nuestros seminarios como en otros centros han de emprender el trabajo pastoral con celo y amor, bajo la dirección de sus superiores.
Artículo 94
§ 1. En la formación y otras formas de profundizar en los conocimiento de los sacerdotes jóvenes, en los exámenes que van a realizar durante los cinco años posteriores a los votos, se ha de poner un énfasis especial en la problemática pastoral actual relacionada con el servicio pastoral de nuestra Orden.
§ 2. Cada uno de nuestros padres, con el fin de ampliar sus conocimientos y aumentar la agilidad pastoral, ha de intentar dedicar el tiempo libre a estudiar y participar en diferentes conferencias, sobre todo de carácter pastoral.
Artículo 95
Los sacerdotes enviados a realizar estudios superiores han de demostrar las cualidades intelectuales correspondientes y un alto nivel moral. El superior mayor decide sobre la iniciación y la continuación de dichos estudios. En su decisión ha de tener en cuenta no sólo las capacidades exigidas, sino también las necesidades actuales y las posibilidades de la Comunidad religiosa.
Hay que mostrar un especial interés y cuidado a los estudiantes, poniendo atención no sólo en los progresos en la adquisición de los conocimientos, sino sobre todo en su formación espiritual y pastoral.