Seminario

De la Constitución de la Orden

Artículo 76

Los hermanos obsequiados con la gracia de servir al Pueblo de Dios a través del sacerdocio, continuarán la preparación para ello que iniciaron durante el noviciado, buscando un desarrollo versátil de su personalidad en Cristo. Para que los alumnos puedan emprender, con más facilidad las tareas de nuestra Orden dentro de la Iglesia, hay que procurar tener los propios Seminarios, organizados y adecuadamente equipados para llevar a cabo la formación espiritual, intelectual y pastoral.

Artículo 77

El superior mayor cuidará de los tutores y profesores que trabajen en el Seminario y será un verdadero Padre en Cristo para los alumnos. Que todos los miembros de la comunidad consideren el Seminario como el corazón de la Orden y que le ayuden con gusto.

Artículo 78

La formación intelectual y pastoral de nuestros alumnos se basa en la formación espiritual  y tiene que estar íntegramente vinculada con la formación religiosa, teniendo en cuenta un programa de estudios propio. Tanto la profesión que los ha vinculado con Dios por medio de una alianza especial, como los votos de sacerdocio que los hacen similares a Cristo, el Sumo Sacerdote, obligan ya a abandonarlo todo para Dios e imitar a Cristo.

Así pues que imiten a nuestro santo Padre, Pablo el Eremita. Que se preparen para la actividad paulina por medio de una vida oculta, el trabajo, la oración y la penitencia. La eficacia del futuro apostolado dependerá de la medida en la que muestren a Cristo con su vida.

Artículo 79

Nuestros alumnos han de unirse cada vez más estrechamente con el misterio de la Iglesia. Que participen con gusto de su vida, abiertos a sus asuntos y la presencia salvadora en el mundo. Que maduren en la convicción de que haciendo la profesión perpetúa y los votos sacerdotales, adoptan una responsabilidad más plena  por el desarrollo de la Iglesia y la familia Religiosa paulina. Por lo tanto, han de perfeccionar dentro de sí, el amor a los servicios pastorales de la Iglesia y de la Orden, y al mismo tiempo, cultivar el espíritu de respeto y obediencia  al Santo Padre, la jerarquía y los superiores.

Artículo 80

Aprendiendo a vivir según el Evangelio, han de tratar de permanecer en una comunicación íntima y continua con el Padre por su Hijo en el Espíritu Santo y cuidar del crecimiento de la condición de hijos de Dios dentro de sí, por medio del desarrollo de la fe, la esperanza y el amor. (Cf. OT 8).

A la comunicación salvífica con Dios le sirven las prácticas religiosas, probadas y recomendadas por la Iglesia, y especialmente la meditación de la Palara de Dios y una participación fervorosa en la Liturgia de las Horas, propias de nuestra Orden.

Todas ellas deberían conducir a la Santa Misa y surgir de ella para que los alumnos puedan participar más plenamente del misterio pascual del Salvador.

Artículo 81

En la formación plena de un sacerdote paulino es indispensable una devoción filial a María. Nuestros alumnos han de venerarla como Madre de Cristo y la Madre de la Iglesia, imitarla como Prototipo del Pueblo de Dios y amarla, profundizando en Sus tareas en el plan Divino de salvación.

Artículo 82

El desarrollo de la vida espiritual precisa de una dirección. Por lo tanto, los alumnos precisarán del servicio de un padre espiritual y confesor, presentándole con sinceridad y confianza el estado de su consciencia y comentando el programa del trabajo interior.

Artículo 83

El nivel de educación de los fieles y la versatilidad de sus necesidades espirituales,  requiere del sacerdote de Cristo una formación adecuada, en especial un profundo conocimiento de las verdades sobre Dios, el hombre y el mundo (Cf. OT 15). Nuestros seminarios cumplirán con sus tareas si los alumnos mismos se esfuerzan por desarrollar sus talentos, ampliar continuamente los conocimientos y profundizar la ciencia de Dios.

Artículo 84

La formación intelectual en los seminarios comprende seis años de estudios filosófico-teológicos. En dichos estudios hay que regirse por las normas y decretos de la Sede Apostólica, teniendo en cuenta las tareas de nuestra Orden.

Artículo 85

Los alumnos, dirigidos por sus tutores, han de conocer la cultura contemporánea para poder llegar más fácilmente con la verdad de Dios, al hombre de nuestros tiempos. Sin embargo, no pueden permanecer siendo consumidores pasivos de la cultura, especialmente la que difunden los medios de comunicación. Han de aprender a seleccionar sus elementos valiosos para incluirlos con habilidad en el trabajo sobre el propio desarrollo y el apostolado. Los clérigos han de utilizar las posibles formas de cultivar y crear la cultura.

Artículo 86

Toda la formación de los alumnos estará encaminada a adquirir la capacidad de realizar y amar el servicio apostólico. Para este fin, los estudios en el seminario unirán las conferencias con unos ejercicios prácticos pastorales. Las clases en el Seminario han de incluir temas relacionados con las tareas de la Orden y la pastoral especial, llevadas a cabo en los santuarios marianos en particular.

Hay que prestar atención urgente a la preparación de unos confesores responsables y apasionados, y predicadores de la Palabra de Dios, así como a un estudio profundizado de la teología mariana.

Artículo 87

Todos los medios que sirven para llegar a una madurez humana y sobrenatural, creados por el seminario, junto con la agenda del día, sólo podrán cumplir con su misión, si los clérigos los usan conscientemente y con una convicción interior, y no por una coacción externa.

Artículo 88

Una ocasión de profundizar más intensamente la relación con Cristo y la Iglesia, en el camino hacia sacerdocio, son los respectivos servicios y votos, así como la renovación de la profesión conforme con los requisitos de nuestras Constituciones y el Derecho Canónico.

Antes del diaconado, pasado un periodo de preparación, los alumnos han de hacer una profesión solemne-definitiva.