Oraciones diarias

ORACIONES MATINALES

En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo.
Amen.

Padre eterno, unidos a las intenciones de tu Hijo Único, Jesucristo, reavivados con el poder del Espíritu Santo, invocando la intercesión de la Madre de Dios, Virgen María, San Pablo, Patrón de nuestra Orden y todos los santos, te ofrecemos todos nuestros pensamientos, palabras y obras del día de hoy, para tu mayor gloria, nuestra santificación y la salvación del mundo.

El Ángel del Señor anunció a María. 
Y concibió por obra del Espíritu Santo. 

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María...

Y el Verbo se hizo carne. 
Y habitó entre nosotros.        

Dios te salve, María...

Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. 
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.     

Oremos:
Dios todopoderoso, derrama tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes hemos conocido por el anuncio del Ángel, la Encarnación de tu Hijo, que por su Pasión y su Cruz, y cona la intercesión de la Virgen, alcancemos la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Brille para ellos la luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.
Amén.

***

A partir del Domingo de la Resurrección del Señor hasta Pentecostés incluido, en vez del ‹‹Ángelus›› se reza la siguiente antífona:

Reina del cielo, alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor; aleluya.

Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre,  por los siglos de los siglos. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Brille para ellos la luz perpetua.
Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.
Amén.

***

Alégrate Madre de Dios,
Virgen Inmaculada,
Alégrate porque has recibido del ángel la alegría;
Alégrate porque has engendrado de la eterna luz
la claridad;
Alégrate, Madre,
Alégrate, Santa Madre de Dios y Virgen
¡Tú sola eres Madre, aunque sin esposo!
¡Toda criatura se alegra en ti, Madre de la luz!
Sé para nosotros, te lo rogamos, un abogado perpetuo
ante Jesucristo, nuestro Señor.

o durante la Cuaresma

¡Bienvenida seas, Madre de Dios, María!
Tú, en tu vientre virginal, abarcaste al Inabarcable.
Gracias a ti alabamos a la Santísima Trinidad,
gracias a ti se alegran los ángeles y los arcángeles,
gracias a ti desaparecen las potencias malignas,
gracias a ti los pueblos se convierten a la penitencia.
¡Gracias a ti el Hijo Único de Dios
brilló como la Luz a los que,
‹‹viven en tinieblas y en sombras de muerte››,
gracias a ti, los apóstoles anunciaron la salvación a los pueblos,     
gracias a ti los reyes reinan
por medio de la Santísima Trinidad!

La más clemente Virgen María, socórrenos.
En cada preocupación y sufrimiento nuestro.

Oremos:
Señor, Dios todopoderoso, Tú que nos has llevado hasta el principio del día de hoy, presérvanos de cualquier pecado y haz que nuestros pensamientos, palabras y actos sean acorde a tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Ángel de la guarda,
a mí que por la bondad de Dios he sido entregado a ti, ilumina, protege, dirígeme y gobierna. Amén.


Oraciones antes y después de la meditación

antes de la meditación:

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Porque Tú unes a las naciones en una sola fe.

Envía tu Espíritu Santo, y aparecerá vida.
Y se renovará la faz de la tierra.

Oremos:
Dios, Tú has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos en este mismo espíritu conocer lo que es justo y alegrarnos siempre con sus consuelos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Reina de los Eremitas,
Ruega por nosotros.
Madre de nuestra Orden,
Ruega por nosotros.

o bien (La oración de San Agustín)

Espíritu Santo,
inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas.
Amén.

Reina de los Eremitas,
Ruega por nosotros.
Madre de nuestra Orden,
Ruega por nosotros.

después de la meditación:

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Señora nuestra, Intercesora nuestra, Intermediadora nuestra, Consuelo nuestro. Reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, entréganos a tu Hijo. 

o bien

María, Madre de gracia,
Madre de misericordia,
Defiéndenos del enemigo,
y ampáranos en la hora de la Muerte.
A Ti Jesús, nacido
de la inmaculada Madre y Virgen,
sea el honor y la gloria
con el Padre y con el Espíritu. Amén. 

 

ORACIONES AL MEDIODÍA
Adoración al Santísimo Sacramento

Después de la comida, dirigiéndose en procesión hacia el coro monástico, se canta un salmo, cántico o un canto correspondiente al tiempo litúrgico. El canto lo entona el prior, su representante, cantor o hebdomadario. La adoración se ha de iniciar con un canto eucarístico. A continuación se reza el “Ángelus” (si no se ha rezado antes). Después se ha de dedicar un tiempo para un resumen de conciencia detallado – una reflexión en oración (unos 3 minutos). Luego, según la norma 72 del Directorio rezamos por las vocaciones a nuestra Orden u otras intenciones actuales. Para finalizar la adoración se recomienda el rezo de una letanía, por ejemplo: los lunes – a San Pablo Primer Eremita; los martes – a los Ángeles de la Guarda; los miércoles – a San José; los jueves – al Santo Nombre de Jesús o al Sagrado Corazón de Jesús; los viernes – a la Sangre de Cristo o las Cinco Llagas de Jesús; los sábados  - a la Virgen.  

 

SEGUNDA MEDITACIÓN

En el tiempo propicio, según el art. 28, ha de celebrarse la segunda meditación que puede ser sustituida por otra forma de oración o celebración. Antes y después de la meditación se ha de rezar la oración correspondiente.

antes de la meditación:

¡O Señor y Dios mío! Creo firmemente en que estás aquí presente y que tienes tus ojos puestos en mí. Me arrodillo ante ti sintiéndome indigno de ponerme en tu presencia. Lleno de confianza en tu infinita bondad, te ruego humildemente que pueda celebrar esta meditación para tu mayor gloria y mi provecho espiritual. Ilumina mi mente, conmueve mi corazón, refuerza mi voluntad para que pueda conocerte mejor, amarte más y servirte con más fidelidad. Te lo pido por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Pablo – Patriarca de nuestra Orden y mi Ángel de la Guarda.
Amén.

Madre de los eremitas,
Ruega por nosotros.
Madre de nuestra Orden,
Ruega por nosotros.

después de la meditación:

Te doy las gracias, oh Dios, por la luz y las gracias concedidas durante esta meditación. Me propongo permanecer centrado y crecer en el amor hacia Ti. Transfórmame para que sea sensible a tu voz y dispuesto a ayudar al prójimo. Oh María, en tus manos encomiendo mis peticiones de permanecer en el propósito y en el amor.
Amén.

 

ORACIONES DE LA TARDE

A la hora prevista en la agenda del día, se rezan las vísperas. Tras su conclusión, el lector empieza las invocaciones a San Pablo, y luego el superior lee la esquela del día siguiente y finaliza con la oración por los difuntos. Según el orden del día, el “Ángelus” se ha de rezar al principio de las vísperas o después de cenar.


Invocaciones a San Pablo, Primer Eremita

San Pablo, Padre de nuestra Orden,     ruega por nosotros,
San Pablo, fiel imitador de Cristo,
San Pablo, hombre de una fe fuerte y viva,
San Pablo, amante de la soledad,
San Pablo, incansable en la oración y la penitencia,
San Pablo, paciente en las aflicciones de la vida en el desierto,
San Pablo, que abarcas la Iglesia de Cristo y toda la humanidad con tu amor servicial,
San Pablo, ejemplo de perseverancia en el camino de vida elegido,
San Pablo, dispuesto al encuentro con Dios en la hora de la muerte,
Para que vivamos con fe nuestra vocación monástica,
Para que cumpliendo los votos religiosos, nos asemejemos a Cristo,
Para que cumplamos el mandamiento de Cristo, del amor a cada hombre,
Para que sepamos rezar bien y con perseverancia,
Para que a través de la penitencia, participemos en el amor salvador de Cristo,
Para que no caigamos en la tentación de vivir una vida fácil,
Para que sepamos utilizar con prudencia los frutos de la tierra y los avances de la tecnología y de la cultura,
Para que caminemos con valor hacia el amor perfecto en el espíritu del Evangelio,
Para que nos sintamos responsables por la Orden y sus tareas apostólicas,
Para que anunciemos con celo la gloria de la Virgen María, Madre de nuestra Orden,
Por la intercesión de la bendita Virgen, Reina de los eremitas y Protectora de la Orden.
                                                                                                                                             ¡Te pedimos Cristo, óyenos!
Por los méritos de todos los Santos de nuestra Orden,
Que multipliques y colmes de virtudes nuestra comunidad religiosa,
Que concedas gracias abundantes a nuestras familias, compañeros y benefactores,
Que muestres tu misericordia a los hermanos que nos han dejado,
Que te dignes de reparar nuestros errores y faltas en el amor,
Que concedas la gracia de la conversión a los enemigos de la Iglesia,
Que llenes de alegría eterna a los hermanos difuntos, padres, parientes, compañeros y benefactores,

Ruega por nosotros, nuestro padre, San Pablo Primer Eremita.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.          

Oremos:
Dios, Tú hiciste que San Pablo, nuestro padre, alcanzara la santidad en el desierto, haz que por su intercesión, desarrollando el espíritu de oración y servicio, vayamos aproximándonos a Ti en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

En la oración por los difuntos se usa la siguiente fórmula:

Nuestros hermanos difuntos cuyo aniversario de la muerte cae el día de mañana: ……………
Oremos por todos nuestros hermanos difuntos (un silencio corto)

Dios, dador del perdón y amante de la salvación del hombre, pedimos tu bondad, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos tuyos, haz que nuestros hermanos, padres, parientes y benefactores, que han pasado de este mundo, lleguen a participar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Dales, Señor, el descanso eterno.
Brille para ellos la luz perpetua.
Que sus almas descansen en paz.
Amén.

O al recibir las noticias sobre la muerte de un hermano, hay que añadir:

Señor, Dios misericordioso, te pedimos que aceptes al difunto siervo tuyo y hermano nuestro ………………, para que descanse contigo y con todos tus santos en la gloria de la resurrección: Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Dale, Señor, el descanso eterno.
Brille para él la luz perpetua.
Que su alma descanse en paz.
Amén.


ORACIÓN PARA ACABAR EL DÍA

Esta hora del breviario es la última oración que se reza antes del descanso nocturno. Hay que dedicar en ella un tiempo (unos 3 min.) para el resumen de conciencia (confr. Norma 27), que debería constar de los siguientes puntos:

Pongámonos en la presencia de Dios y démosle gracias por todos los bienes recibidos, en especial los que nos han sido otorgados el día de hoy.

Pidamos a Dios que nos conceda el conocimiento y el abandono de nuestros pecados.

Tomemos conciencia de todos nuestros pecados que hemos cometido el día de hoy: de pensamiento, palabra, obra y omisión, en especial a los que estamos predispuestos. Prestemos atención a los descuidos relacionados con el cumplimiento de los propósitos hechos durante la meditación matinal.

Despertemos en nosotros un arrepentimiento sincero por nuestros pecados, prometiendo al Señor Dios que con la ayuda de su gracia, ya no volveremos a pecar más.

Permanezcamos en el estado en el cual nos gustaría estar en el momento de nuestra muerte.

 

ORACIÓN ANTES DE DORMIR

Directamente antes del descanso, según nuestra costumbre, se ha de rezar en la habitación particular, de rodillas y con los brazos en cruz: 3 veces el Ave María, repitiendo tras cada invocación a la Santísima Virgen María:

«Por tu Santa e Inmaculada Concepción, oh Santísima Virgen María, haz que mi corazón sea puro y mi alma santa». 

Para acabar, en honor de San Pablo, añadimos la oración:

Señor, Dios Todopoderoso que te dignaste, de una manera misteriosa, de unir a San Pablo, alejado del murmullo del mundo, a los coros angelicales, purifícame de toda la suciedad terrenal y lléname de los dones celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.