Relicarios de Yuste

De acuerdo a las recomendaciones dictadas en el Concilio de Trento acerca del culto a los santos, tan perseguido por los reformadores protestantes, las reliquias de mártires, vírgenes y santos conformaron un capítulo importante en el contenido de piezas artísticas de este Monasterio de Yuste.

En 1587, un numeroso grupo de reliquias fueron mandadas por Felipe II desde el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, entre las que figuraban varias del santo patrón del edificio, San Jerónimo, así como una cabeza de uno de los compañeros de San Mauricio y otras de las Once mil Vírgenes, que fueron las que acompañaron a Santa Úrsula en su peregrinación a Roma y que posteriormente fueron decapitadas junto a la santa.

Los relicarios se realizaron a partir de 1618, gracias al patrocinio de Fray Luis de Santa María, en un claro intento de emular a los altares relicarios de la Basílica de El Escorial, también regido por una comunidad jerónima. Estos relicarios se dedicaron a San Mauricio y a Santa Úrsula, situándose en dos retablos-armarios dispuestos en el presbiterio de la Iglesia, donde permanecieron hasta la desamortización.

El Inventario de bienes de Yuste de 1820 nos ha permitido reconocer algunos de los relicarios originales de la antigua iglesia, que se conservan todavía en Yuste, como son los cuatro bustos-relicarios de santos sobre peana <<San Mauricio, Santa Úrsula y dos de las Once mil Vírgenes>>, los dos brazos-relicarios y los dos relicarios piramidales.