“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1, 48): La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. La Santísima Virgen es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de Madre de Dios, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades... Este culto... aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente; encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, síntesis de todo el Evangelio”.

Catecismo de la Iglesia Católica, 971

 
“La plenitud de nuestra perfección consiste en ser conformes, vivir unidos y consagrados a Jesucristo. Por consiguiente, la más perfecta de todas las devociones, es sin duda alguna, la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a Jesucristo. Ahora bien, María es la criatura más conforme a Jesucristo. Por consiguiente, la devoción que mejor nos consagra y conforma al Señor es la devoción a su Santísima Madre. Y cuanto más te consagras a María, tanto más te unirás a Jesucristo.

La perfecta consagración a Jesucristo es por lo mismo, una perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Ésta es la devoción que yo enseño y que consiste, en otras palabras, en una perfecta renovación de los votos y promesas bautismales”.

San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María, 120

 

Por eso cada sábado a las 19:00 (tiempo de verano) y a las 17:00 (tiempo de invierno) les invitamos a Santa Misa dedicada a Santísima Virgen María. Durante la Misa se lee las catequesis marianas de San Juan Pablo II. La Misa se celebra con acompañamiento de órgano.