Los jóvenes de las parroquias San Isidro Labrador de Alcalá y San Juan Bautista de Arganda

Los jóvenes de las parroquias San Isidro Labrador de Alcalá y San Juan Bautista de Arganda

El día ocho de julio salimos de vivac (acampada libre) con los más mayores del campamento de Pasarón, y después de dormir en Piornal, a las siete y media de la mañana nos pusimos en camino hacia Garganta La Olla, donde nos íbamos a encontrar con el grueso de los niños que salían la mañana del día nueve.

Después de unas duras horas de caminata, por fin llegamos a las pozas de Garganta que, aunque no eran nuestro objetivo final, nos alegraron mucho el corazón, pues representaban una de las metas del camino y un alto donde nos podíamos refrescar con un buen baño.

Sin embargo, lo que queríamos era alcanzar el Monasterio de Yuste, un lugar lleno de historia y, cómo no, también de sorpresas.

Llegamos a nuestro destino a las siete menos cuarto de la tarde, ya exhaustos, y algunos con ampollas en los pies, pero allí nos acogieron los monjes con gran cariño. El Padre Pablo presidió la Misa en la que concelebraron los padres Samuel y César, en el mismo altar en que lo hacían los monjes Jerónimos en la antigüedad, y al que asistía el Emperador Carlos V, en su refugio para prepararse para bien morir. Los Jerónimos, esa orden tan ligada a España y a su monarquía, tuvieron que abandonar el lugar hace pocos años por falta de vocaciones —qué importante es que recemos para que Dios siga suscitándolas en medio de nuestros jóvenes—, sin embargo, por una carambola de la Providencia, pudimos conocer un poco mejor a los nuevos inquilinos de este histórico lugar, la Orden de San Pablo, Primer Eremita, o como ellos se hacen llamar, los Paulinos, que nos explicaron cuál es su modo de vida y porqué habían elegido abrazar ese camino.

Los chavales después hicieron las preguntas que quisieron y por fin se acabó el encuentro con una nueva sorpresa que nos tenía preparada el Padre Cristóbal, una bolsa enorme de caramelos sugus, que alegró mucho el camino de vuelta —ya en autobús— de los muchachos.

¡Muchas gracias al Padre Pablo y a todos los padres paulinos que nos acogieron con tanto cariño!

Los Responsables

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